Para mejorar primero busca a alguien contra quien competir.
Imagínate que eres el protagonista de una película de boxeadores.
En una edición paralela, vemos como tú y tu contrincante entrenan al mismo tiempo.
Cuando tú descansas, él sigue entrenando.
Cuando procrastinas, él sigue entrenando.
Cuando pierdes el tiempo en redes sociales, él sigue entrenando.
Si esta situación continúa por tres meses más tu contrincante va a estar mucho más preparado que tu. Más fuerte, más rápido, más ágil.
Y esto es irreversible. La única esperanza que tendrías para tratar de igualarlo en sus habilidades es si él, por alguna razón, decide dejar de entrenar.
Pero no lo va hacer.
Eso te hace pensar.
¿Porqué sigues gastando el tiempo?
Cada vez que no estás practicando tu escritura, tu contrincante, alguien que vive al otro lado del mundo, o quizás tu vecino, está escribiendo.
No te quedes atrás.
El tiempo no se recupera.
Si ya lo gastaste, deja de hacerlo.
Desde este momento.
Y si lo logras. No pares. Nunca más.