John Grisham, el escritor de bestsellers como «El socio», «La firma» y muchas otras novelas, se graduó de abogado en Mississippi y consiguió un trabajo de 8 horas como el resto de mortales.
Fue fiscal en casos como el de un hombre que decapitó a su mujer porque esta le fue infiel, o el de un guardia de seguridad que disparó a un adolescente afroamericano, porque creyó que iba a robar a una anciana.
Grisham ganaba ocho mil dolares al año en este trabajo. Él sabía que si seguía así, nunca iba poder comprarse una casa o pagar su seguro médico.
Según sus propias declaraciones, se merecía ese sueldo miserable porque no era muy bueno en su trabajo.
Le había costado incluso graduarse en su profesión, cambiando tres veces de universidad para lograrlo.
Pero le gustaba leer y escribir. Era lo único que tenía sentido en su vida. Y era un excelente lector, pero un pésimo escritor.
Estuvo a punto de abandonar su sueño de ser escritor, hasta que un día fue a su trabajo en la oficina pública y escuchó, a través de su cubículo, el testimonio de una niña de 12 años que había sido violada salvajemente.
Grisham quedó impactado con la historia y tomando un montón de papeles se puso a escribir los detalle para recordarlos.
Sabía que tenía que contar esta historia pero no sabía cómo. Lo único que sabía es que necesitaba tiempo y si seguía en su trabajo, es lo único que no iba a tener.
Se planteó varias estrategias: Pedir un préstamo, regresar a vivir en la casa de sus padres o romperse un brazo para tener permiso médico por unos meses. Pero tenía un problema, una sensación en el culo que le subía por la espalda hasta hacerle mierda el cerebro: sabía que era un pésimo escritor.
Si tomaba el riesgo de renunciar a su trabajo y su novela no se vendía, quedaría en bancarrota o peor aún, muerto por gangrena en el brazo fracturado y con una deuda del seguro médico, que por supuesto sus padres tendrían que pagar.
Así que decidió despertarse cada mañana antes de que saliera el sol para escribir hasta que fuera hora de ir al trabajo.
Hizo esto durante cuatro años.
Cuando empezó la novela tenía 30 años y cuando la finalizó estaba a punto de cumplir los 35.
Pero lo logró, escribió su novela y la vendió por millones de dólares.
Y eso fue todo. Fin de la historia.
O, eso es lo que todos hubiéramos querido que pase ¿no?
La verdad es que no pasó nada, fue rechazado por todas las editoriales a las que envió el libro.
¿Era mala la novela?
No, en realidad era muy buena. Pero un libro es como un ticket de lotería y además, en esa época dependías de las editoriales, y las editoriales siempre se van a guiar por las modas, aunque digan lo contrario.
A mediados de los ochenta las corrientes del mundo editorial iban desde historias incomprensiblemente pos-modernas a libros sobre perros asesinos, pero no había espacio para los thrillers legales.
De hecho, Grisham fue uno de los inventores de ese género, antes de él no existía, al menos no de esa manera.
Y si las editoriales ni siquiera tenían con que comparar esa novela, no iban a tomar el riesgo de apostar por él, después de todo era solo un abogado fracasado del sur de Estados Unidos, con una historia sobre una niña afroamericana de 10 años que es violada por dos neo-nazis.
Grisham había desperdiciado cuatro años de su vida, esforzándose por algo que no valía nada. Pero por lo menos podía consolarse porque había tomado la decisión correcta al no renunciar a su trabajo de 8 horas diarias, donde ganaba un sueldo básico que por lo menos lo mantuvo vivo durante ese tiempo.
Excepto que, ahora, en el transcurso de esos cuatro años, había aprendido a escribir.
Así que empezó una segunda novela. Había ganado tanta experiencia que ahora le resultó muy fácil escribirla.
Mientras tanto seguía enviando los manuscritos de su primera novela a todas las casas de publicaciones que podía encontrar, hasta que una pequeña editorial la aceptó.
Imprimieron una edición limitada de 5000 ejemplares. Eso quería decir que, si Grisham tenía suerte y vendía todas las copias, cobraría la enorme cantidad de 500 dólares.
QUINIENTOS DÓLARES por 4 años de trabajo.
En lugar de deprimirse, Grisham continuó yendo a su trabajo, escribiendo en las mañanas y noches su segunda novela. La terminó en un año, justo después de cumplir los 36. Envió la novela a casas editoriales y esta vez, recibió la llamada.
Random House, la editorial más grande del mundo, compró sus mansucritos. Hicieron una bonita portada y la pusieron en los principales estantes de las librerías.
La novela pasaría a ser un bestseller en pocas semanas. Vendiendo 1,5 millones de copias.
Grisham lo consiguió. Se convirtió en un escritor.
Poco tiempo después una productora de Hollywood compró los derechos de la novela para realizar una película, protagonizada por el actor del momento: Tom Cruise y el experimentado y talentoso Gene Hackman, la dirección fue de Sydney Polack, uno de los mejores directores de cine de la historia.
Además la editorial re-compró su primera novela, le cambió la portada y realizó una campaña de marketing monumental. Esta novela también se convirtió en un bestseller y la crítica la considerada la mejor novela de Grisham.
Un nuevo género hacia nacido y detrás, su escritor estrella.
Entonces: ¿Debes o no dejar tu trabajo para dedicarte a escribir?
Primero debes entender que a nadie le gusta su trabajo. De hecho hay muy poca gente a la que le gusta trabajar. Pero, ESCRIBIR ES UN MALDITO TRABAJO.
Uno muy duro y al que tienes que dedicar mucho tiempo. Tal vez más tiempo que a otros trabajos. Y la mejor escuela para entender eso es un trabajo que odies.
Porque un trabajo te enseña sacrificio, y créeme para escribir profesionalmente vas a tener que hacer muchos. Cuando tu cerebro entienda que no todo es placer, sino todo lo contrario, estarás endurecido para el mundo de la escritura.
Y si eres del tipo melancólico, siempre vas a ver atrás a ese trabajo donde te explotaban, te trataban mal, te humillaban y te pagaban poco, y vas a saber que lo que haces ahora, eso de escribir, es lo mejor que te ha pasado, incluso si no logras lo que esperabas.
Otra de las ventajas de no dejar tu trabajo es que no te va a distraer la falta de dinero y es muy importante que entiendas eso. Porque si empiezas a preocuparte por dinero, tu escritura se va manchar.
Vas a dejar de ser sincero. Imagínate que Grisham en lugar de escribir sus thrillers legales se adaptaba a la moda de la época y escribía una novela post-moderna incomprensible, sólo porque la falta de dinero lo desesperaba.
Sí, tal vez hubiera hecho algunos dólares, pero esa moda pasó y la mayoría de esos escritores están olvidados. El también estaría olvidado y ni siquiera estaríamos hablando de esto.
Los blogs de escritura están llenos de consejos sobre como ganar dinero escribiendo, y el principal siempre es que vayas a Amazon, veas lo que más se vende y hagas lo mismo.
No esta mal si haces eso, pero ten en cuenta que solo lo harías por el dinero, no por la escritura. Y un escritor de verdad tiene que tener el corazón en el cerebro. (Aunque si lees este otro post hay una hermosa refutación a este párrafo.)
Tienes que tener un ideal o simplemente un gusto. Y si te gusta escribir novelas románticas de vampiros, entonces estás de suerte porque eso esta de moda, por ahora.
Pero si lo tuyo es la literatura de verdad o la novela negra poética, o algo que ni siquiera tiene etiqueta todavía, estás en problemas si el dinero va a ser tu obstáculo.
La única forma de liberarte de eso es si tienes un trabajo.
Otra ventaja de conservar tu trabajo es que vas a sacrificar el tiempo.
Tienes 16 horas activas en el día.
Digamos que pierdes 8 horas al día en tu trabajo, eso quiere decir que te quedan 8 horas más para hacer otras tareas.
Pero siendo realistas vas a tener energía solo para usar 4 de esas 8 horas.
Cuatro horas es más que suficiente para escribir una novela si lo haces todos los días. En cuatro horas, si te concentras, podrías escribir más de 2000 palabras. Tendrías que escribir 500 palabras por hora o una página y media.
Además, las otras cuatro horas del día que te quedan puedes usarlas en atender a tu familia si tienes hijos, en compartir con tus amigos o en leer libros. Todo está en como organices tu tiempo.
Por eso es mejor escribir en las mañanas antes de ir al trabajo.
Si, es un sacrificio, porque supongamos que debes estar en tu trabajo a las 8. Eso querría decir que debes despertarte a las 5 para escribir dos horas.
La mayoría de escritores usan ese horario para escribir. De esa manera el resto del día podían hacer cualquier otra cosa y en las noches sacaban otras dos horas para editar sus escritos.
Lo más importante de sacrificar tu tiempo es que tu cerebro va a saber que lo estás haciendo por algo que te importa, porque ¿Quién en su sano juicio se despertaría tan temprano para escribir?
Cuando hagas esto te vas a dar cuenta de que tu tiempo es valioso y en lugar de desperdiciarlo en redes sociales vas a usarlo en escribir.
Si no trabajas, tienes todo el tiempo del dia a tu disposición y lo más probable es que lo malgastes.
Si no dejas tu trabajo vas a aprender a crear un hábito y un orden para escribir, que luego, cuando ya puedas vivir solo de tu escritura, va a ser muy valioso.
Vas a ganar contenido valioso para tus novelas. Con esto quiero decir que vas a tener historias que contar, porque has vivido.
Casi todas las novelas de John Grisham están basadas, de una u otra manera, en situaciones legales y esa es la base de su éxito. Si hubiera renunciado a su trabajo NO SE HUBIERA ALIMENTADO DE TODAS ESAS EXPERIENCIAS DURANTE AÑOS. Sobre todo, nunca hubiera escuchado la historia de la niña a la que violaron salvajemente, y nunca hubiera escrito su primera novela.
Por ejemplo, si trabajas en un banco, tienes una ventaja enorme sobre un escritor que sólo se dedica a escribir y tiene que investigar para su novela sobre el gran robo de un banco. Después de todo eres el único que se va saber de memoria la rutina de ese lugar. Sabes a qué hora llegan los guardias a retirar los billetes, sabes como están armados, te puedes fijar en el tipo de clientes que visitan tu agencia, vas a saber si tu jefa es una mujer valiente que estaría dispuesta a enfrentarse a los ladrones y etcétera.
Te aseguro que ningun otro escritor va saber como escribir esa gran historia sobre el robo de un banco con el detalle que tu lo harías si eres cajero. Tu tienes la información de primera mano. Y no creo que haga falta decir que esto se puede aplicar a cualquier trabajo.
Por último un trabajo te da una buena historia para tu biografía. A todos les gusta escuchar una buena historia de éxito. Y para que la tuya sea buena, tiene que tener la parte en la que trabajabas ocho horas diarias y solo recibias rechazos. Pero seguiste esforzándote hasta lograr ser el escritor famoso y querido que eres ahora.
Por otro lado imagínate que tu historia sea que tu papá fue un millonario, te compró un departamtento en el lugar más seguro de la ciudad, mando a construir un estudio de escritura y desde ahi escribiste las novelas que cambiaron a nuestra generación. Mientras tu asistente doméstica te tendía la cama y preparaba el almuerzo.
Piensa porqué te gustan las historias de escritores y ahí está la respuesta a lo que tienes que aplicar en tu vida.
Y si nada de esto te convence, puedes leer este post sobre Don Delillo, un escritor que se arriesgó a dejar a su trabajo para dedicarse a escribir. (spoiler alert, es quizás un camino mas penoso que este de conservar tu trabajo).