Un guionista se acerca a un productor con la siguiente idea: un grupo de tres hombres va en busca de oro a una montaña helada, las condiciones extremas, el hambre les lleva a la desconfianza, el asesinato y finalmente al canibalismo. El guionista se gana la atención del productor y continúa con los detalles. Al primer hombre se le congelan los pies por el frío, pierde los dedos y por lo tanto el equilibrio necesario para cruzar los estrechos acantilados de la montaña. El segundo hombre es un fugitivo de la justicia que se ha encerrado en una cabaña abandonada y todo lo que tiene para comer es un hueso roído por ratas, con las que se pelea por las últimas fibras de tendones nutritivos. El tercer hombre, ha encontrado el oro pero el peso no le deja moverse del lugar y tiene que escoger entre abandonar aquello por lo que tanto ha luchado o quedarse a morir congelado en la nieve.
Hervirán su propia ropa y se comerán sus zapatos, sólo para luego rifarse el último cartucho de escopeta para suicidarse y acabar con la miseria del afortunado o matar al más débil y enfermo entre ellos y así poder comer su carne.
Si el lector de esta nota fuera el hipotético productor, ¿seguiría escuchando el resto de la historia? Y más importante aun ¿Estaría dispuesto a poner dinero de su bolsillo para realizarla?
¿Que tal si el guionista quiere dirigir la película y tiene una visión específica? Va a dirigirla a través del punto de vista de un niño. De un niño que ha desarrollado autismo como consecuencia de haber crecido en la soledad, la miseria moral, física y material; con un padre alcohólico y una madre con el cerebro deteriorado por la sífilis y la malnutrición, internada en un manicomio hasta el día de su muerte.
Este niño es Charles Chaplin y la película será la comedia La Quimera del oro.
Basada en una historia real ocurrida en California en 1846, donde una familia de pioneros se quedó atrapada en la Sierra nevada y tuvo que recurrir a la ingesta de los cadáveres de los parientes fallecidos para poder sobrevivir. Chaplin leyó la noticia en un periódico e inmediatamente trazó conecciones con sus propias experiencias de supervivencia y hambre.
Sólo un cerebro como el suyo sería capaz de relatar ese evento de manera cómica, y esa es una afirmación técnica: Los niños con infancia dolorosa sufren una alteración en el tamaño de la amígdala cerebral, una parte del cerebro encargada de la relación entre la memoria y las emociones básicas: Miedo, agresión y dolor. Así por ejemplo, si un chimpancé es mordido por una serpiente (y sobrevive), la siguiente vez que sea expuesto a una, o tan solo a un juguete que se parezca a una, su reacción será de terror, debido a los recuerdos del dolor que le produjo aquella mordida, y este miedo lo acompañará durante toda la vida. Es un mecanismo de defensa y es así como evolucionamos, porque no hay muchas opciones en cuanto a mordidas de serpientes se refiere, uno muere o aprende a huir de ellas. En los seres humanos, el miedo tiene otras formas, en Chaplin por ejemplo, se parecía al rostro de alguna de sus madrastras golpeándolo sin piedad y amarrandolo días enteros a un poste bajo la lluvia, o a los policías golpeándolo con toletes para quebrarle el brazo que sostenía a su madre cuando la estaban llevando al manicomio.
Si uno se imagina dentro de un cuarto lleno de serpientes que se acercan lentamente, sacando la lengua para tratar de encontrarnos, nuestra única salida es calmar los latidos del corazón que cada vez se hacen más fuertes. Las serpientes suben por nuestras piernas, buscando nuestro cuello para mordernos e inyectarnos el veneno que nos va a quemar los nervios, dejándonos con una muerte tan dolorosa que es similar a morir quemado; tal vez así podamos entender el cerebro de un niño que es constantemente atacado por el mundo, y es por esto que el mecanismo de defensa del cerebro es refugiarse en el interior, apagar el mundo, cerrar los ojos.
El problema es que ahora el niño se encuentra en un cuarto oscuro, y su lado derecho del cerebro, su lado creativo, se enciende. La imaginación empieza a poblar el cuarto de imágenes, estas imágenes vienen de la memoria y si todo lo que este niño vio es serpientes, es todo lo que puede imaginar y eso le traería de vuelta a la primera situación, en un loop infinito de terror donde uno solo muere para despertarse ante la misma muerte y así hasta el infinito. Pero si el niño tiene un poco de suerte, quizás vio algo más, quizás, como en el caso de Chaplin, vio a su madre usar un par de panes cogidos por tenedores para imitar los movimientos de una bailarina.
O la vio realizar un acto de pantomima sobre un plato vacío para distraer el hambre de su hijo.
Por eso cuando Chaplin cerraba los ojos, encontraba a su madre y la traía de vuelta.
Otro problema del autismo causado por el dolor, es la pérdida de la capacidad de abstracción y lenguaje, que es la forma máxima de aquella. (Si se le pide al lector que imagine y dibuje una casa lo más probable es que recurra a la abstracción de esta, un triángulo sobre un cuadrado, esto es abstracción, la palabra casa es la abstracción de todos los “objetos casa” que hay en el mundo, esto sucede porque recordar cada casa que vio en su vida sería una tarea agotadora para el cerebro, y sin embargo, para un autista esto es precisamente lo que pasa, cada casa es una nueva casa, porque ninguna es igual, y esto se puede observar en los niños savants que son capaces de recordar todo el directorio telefónico). La consecuencia directa de esta condición es que cada objeto del mundo es una experiencia nueva, y por lo tanto, una fuente potencial de dolor y agresión. Chaplin usa esto a su favor todo el tiempo, los objetos no son el objeto en sí mismo sino siempre algo más y siempre algo que el espectador no espera. Y esto es otra de las herencias de su madre. Si Chaplin, al tener una infancia dolorosa perdió la capacidad del lenguaje, este fue suplantado por otro, el de la pantomima y finalmente el del cine, el medio de expresión con el que nos puede decir lo que realmente piensa de este mundo. Por ejemplo en Tiempos modernos, la gran maquinaria industrial se transforma en un gran monstruo que se traga a los trabajadores o cuando Hynkel (su personaje que parodia a Hitler) juega con un globo terráqueo, haciéndolo botear por la sala de guerra.
Y es así que en esta lucha entre realidad terrible vs imaginación cómica, el personaje Gran Jim de la Quimera del oro, está tan hambriento que piensa en el canibalismo, entonces Chaplin se pone un traje de pollo, y ahora el Gran Jim no ve otro ser humano sino una enorme gallina con expresión sorprendida; el canibalismo se transforma en otra cosa, en algo que nos hace reír por su absurdidad, un hombre adulto de gran tamaño corriendo atrás de una enorme gallina.
O la famosa escena del zapato hervido, en la que los dos hombres se pelean por comerse el empeine y no la suela llena de clavos, el Gran Jim por supuesto se gana la parte carnosa dejando a Chaplin con los cordones, que para él son como deliciosos tallarines de sémola.
Charlie Chaplin logra traducir una terrible historia de hambre en una comedia con un mensaje sobre la supervivencia de un hombrecito que todo lo que tiene son sus gags y creatividad para sobrevivir a un mundo lleno de depredadores.
Y quizás él fue uno de esos depredadores, como dice Lauren Oyler en su artículo “Charlie Chaplin fue un tirano sádico que tuvo sexo con niñas adolescentes” para la cadena VICE, donde lo compara con Hitler no solo por su bigote sino por su predilección a casarse con mujeres de menor edad que él y por su manera obsesiva, autoritaria y perfeccionista de dirigir películas (en su favor VICE también compara a Ghandi con un violador serial, a Elvis con un pedófilo, a Einstein con un agresivo misógino y racista, a Churchill con un genocida, y la lista sigue con Lou reed, John Lennon, Salvador Dalí; porque criticar la vida de otras personas es mucho más difícil que cambiar el mundo). Pero también puede ser que los mejores seres humanos son aquellos que han sufrido y han estado a punto de convertirse en monstruos pero tuvieron la fuerza moral para elegir lo contrario, al hacer esto, son los más capacitados para revelarnos los lugares oscuros de la experiencia humana, y esto no es una excusa, pero si es un hecho. Y si nosotros no hemos pasado hambre, el hambre de la pobreza extrema que se alimenta del propio cuerpo y que contempla alimentarse del cuerpo de los que ya han sucumbido a sus fauces ¿Podemos juzgar a un caníbal? Y una pregunta más importante sería: si nosotros no lo somos ¿Por qué nos reímos de eso?