Alfred Hitchcock describió su fórmula de generar «suspenso» con una metáfora simple:
Coloca una bomba debajo de una mesa y deja que los personajes hablen.
No importa sobre qué hablen, puede ser de política, de deportes o incluso de trivialidades. Lo esencial es la existencia de esa bomba, su potencial para causar una destrucción inminente.
Ahora, descompongamos esto. Lo que Hitchcock sugiere en realidad es que los personajes no deben ser conscientes de este amenazante peligro. Sólo la audiencia está enterada. Eso crea una angustia emocional, genera una conexión emocional entre el espectador y los personajes.
Pero también es crucial entender qué simboliza la bomba aquí. La ‘bomba’ en un sentido amplio, representa cualquier tipo de peligro o de amenaza para los personajes. Puede ser un vaso de veneno, un coche sin frenos, o cualquier otra situación de vida o muerte.
Una cosa importante a notar aquí es que no puedes desplegar esta técnica sin ningún sentido del ritmo. Esta es una lección clave de Hitchcock: la gestión del ritmo en tus secuencias. No puedes mostrar la bomba y hacer que los personajes hablen durante una hora entera sin hacer nada más, esto agotaría al espectador y dejaría de ser efectivo. Por lo tanto, es básico manejar bien el ritmo para mantener la tensión.
Probablemente recuerdes la famosa escena de Hitchcock en la que leche envenenada se sirve en un vaso. Cada movimiento de cámara, cada detalle de la edición juega un papel para mantener esa nota de suspenso. Así, el secreto está en cómo exprimes al máximo la tensión de una situación, y cuánto puedes estirarla sin romperla.
Hitchcock ha dejado su huella en numerosos géneros cinematográficos, desde thrillers hasta películas de terror. La técnica de Hitchcock de «colocar una bomba debajo de la mesa» ha sido utilizada una y otra vez, y ha demostrado ser efectiva cada vez.
Alfred Hitchcock, creía firmemente que para que el suspenso sea efectivo, primero debes revelar al público la existencia de un peligro.
Pongamos un ejemplo: imaginemos una secuencia de escenas en las que dos personajes mantienen una conversación trivial, totalmente ajena a los espectadores. En algún momento, sin previo aviso, sucede una explosión que cobra sus vidas. Aunque puede ser impactante, no hay verdadero suspenso.
Ahora, consideremos el mismo escenario, pero esta vez el público es consciente de que hay una bomba bajo la mesa. De repente, la conversación intrascendental se siente completamente cargada de tensión. Las miradas hacia la mesa, los tictacs del reloj, el más mínimo sonido o movimiento, ¡incluso los momentos de silencio! Todo ello se vuelve parte de esta sinfonía de tensión y preocupación. El público queda en el filo de la tensión, anticipando el momento en que ocurrirá la eventual explosión. El suspenso aquí es real y palpable.
Hitchcock argumentaba que para crear esa atmósfera de intensa anticipación, la información es la clave:
Los espectadores deben saber más, no menos, que los personajes.
Y aquí está la magia: la información por sí misma no crea suspenso, es lo que haces con ella. Cómo la presentas, cómo la gestionas y cómo la revelas es lo que mantiene a la audiencia totalmente enganchada.
El suspenso se trata de control, tanto de la narrativa como de las emociones de la audiencia.
Dar a los espectadores el presagio de un peligro antes de que los personajes sean conscientes de él, añade una capa extra de tensión. Los espectadores se encuentran en una constante espera del desenlace, intensificada por la indiferencia ajena de los personajes. Es por esto que la información es tan esencial para crear un buen suspenso, y también por qué Hitchcock es recordado como el «Maestro del Suspenso».
Practica y perfecciona este elemento que Hitchcock consideraba esencial en la cinematografía, una técnica que puede ser efectivamente aplicada tanto a escenarios extremos de vida o muerte, o a situaciones menos peligrosas.
La verdadera magia está en cómo manejas la tensión y el ritmo. Sigue la regla de poner bombas debajo de las mesas de Hitchcock, y estarás en camino de convertirte en un maestro del suspense.