A inicios del 2016, el instituto de cine británico nombró a Anna Karina la musa del cineasta Jean-Luc Godard.
Gran parte de la prensa inglesa se indignó, “¿cómo podía ser que aún se manejen esos conceptos retrógradas y denigrantes para las mujeres?”
Quisieron Obligar a los organizadores a cambiar la palabra. Pero Anna Karina se opuso y dio dos razones. Primero, le gustaba la palabra “Musa”, y segundo, ninguno de ellos sabía nada de su relación con Godard, después de todo, fue ella quien vivió su vida.
“…Van Gogh una vez dijo que cuando morimos, nos vamos a habitar otras estrellas.”
El padre de Karina la abandonó cuando ella tenía cuatro años. Su madre la entregó a los abuelos y cuando estos murieron, ella tuvo que ir a vivir en un orfanato en la ciudad de Solbjerg, en Dinamarca.
A los catorce años se escapó con rumbo a París. Hambrienta y sin un lugar donde dormir fue a una iglesia a pedir asilo. Los curas le permitieron quedarse una noche, pero luego de escuchar su historia la dejaron quedarse ahí a cambio de trabajo comunitario.
Aprendió francés yendo a la cinemateca y repitiendo los diálogos de sus actrices favoritas.
Un día, un agente se impresionó por su belleza y le dio trabajo de modelo.
Jean Luc-Godard la vio en una propaganda de palmolive, cuando estaba realizando su primera película. Contactó por teléfono a Karina y le ofreció una escena donde tendría que salir desnuda. Pero ella se negó:
“¡No me voy a desnudar… no por una escena tan pequeña!”.
Entonces Godard fue a casa y en los siguientes cinco meses escribió una película donde ella era la protagonista: “Le petit soldat”.
Esta película fue prohibida en Francia y no se pudo estrenar. Así que Godard escribió otra película, donde Anna Karina, otra vez, fue la protagonista: “Una mujer es una mujer”.
Y así iniciaría una de las etapas más importantes en la historia del cine, con ocho películas en los siguientes cinco años.
En medio de la filmación de “Le petit soldat,” Karina se sintió atraída hacia Godard, y estaba segura de que él también estaba atraído por ella. Pero aquel nunca se insinuó, ni siquiera le dirigió la palabra; más allá de direcciones en el set. Así que ella se consiguió un novio, un modelo de propagandas.
Karina recuerda ese momento de su vida así:
“..era el último día de rodaje y la productora organizó una cena de despedida. Fui con mi novio y de repente, en medio de la cena, Jean-Luc me pasó un papel por debajo de la mesa. Luego se levantó y anunció que se iba de regreso a Ginebra. Miré el papel y ahí estaba escrito: “Te amo. Te espero a las 12 en punto en el café Prez, de Ginebra.”
Mi novio, que estaba sentado al lado me preguntó que decía en el papel. Le dije que nada. Entonces él lo arranchó de mis manos y leyó la nota de Jean-Luc. Mientras regresábamos al hotel me dijo: “De ninguna manera vas a ir a verlo. Pero en ese momento pensé, Jean-Luc y yo nos habíamos “visto” por más de tres meses, y aunque técnicamente nada había pasado, en realidad, ya había pasado todo. Así que me bajé del auto y corrí al Café Prez. Cuando llegué, vi a Jean-Luc sentado, leyendo un periódico. No podía ver su rostro, pero sabía que era él. Fui a pararme enfrente suyo. Sentí que lo había estado viendo por horas, aunque seguramente solo habían pasado dos minutos. Finalmente, él bajó el periódico y me dijo: «Llegaste… Vámonos.” tomó mi mano y cruzamos el puente. Desde ahí se convirtió en una historia de amor.”
Un año después Anna Karina se embarazó y Godard le pidió matrimonio. Se casaron en una ceremonia privada con amigos cercanos de la nueva ola francesa.
Y era la historia perfecta. Hasta que ella iba a dar a luz; pero, perdió a su hijo.
Anna Karina cayó en depresión y Godard se iba de la casa sin avisar. Ella se imaginaba que a veces se iba a ver a Ingmar Bergman en la isla de Fårö, o a William Faulkner en una cantina de Hollywood; y otras veces, a sus amantes.
-“A veces no regresaba, y antes las mujeres casadas no tenían los mismos privilegios. Quiero decir, si tu esposo no te dejaba dinero, no podías comer. Y Jean-Luc se iba por meses.”-
Un día Karina tuvo un episodio psicótico y fue internada en un hospital psiquiátrico. Godard nunca supo lo que pasó. En esa época, si una mujer era internada y su esposo no la reclamaba, se quedaba ahí para siempre. Un psiquiatra, al que le encantaban las películas de Godard, la reconoció y gracias a él, Karina pudo salir de ahí.
Cuando regresó a su departamento se encontró con Godard, que creía que se había escapado con un hombre. Así que lo único que dijo fue: “Ese es el guión de la nueva película” y se fue.
Ella nunca quiso decirle lo que realmente había pasado.
La película fue la obra maestra de Godard: “Bande á part.”
Luego de eso se divorciaron.
Ella siguió con su vida, se casó tres veces más. Actuó con otros directores, cantó, escribió novelas y hasta dirigió su propia película.
Godard, en cambio, cuando perdió a karina, empezó su etapa comunista. Y con eso, una serie de películas dedicadas, sobre todo a mao, donde intentó convertir el cine en una especie de máquina del proletariado. Un experimento extraño, en el que, al igual que la teoría en la que estaba basada, los personajes dejaron de ser humanos.
Se recluyó para siempre en la sala de edición en su casa de ginebra.
No se volvieron a ver hasta casi cuarenta años después, cuando un entrevistador sorprendió a Karina invitando a Godard al set.
Ella, entendiblemente emocional, no pudo contener las lágrimas cuando Godard la comparó con una película. Se levantó de la mesa donde se realizaba la entrevista y abandonó el set.
Esa fue la última vez que se hablaron. Y en este contexto fue que el instituto Británico de cine decidió hacer una retrospectiva e invitar, honoríficamente a Anna Karina.
La prensa de Hollywood con su recién adquirida “lucha por la igualdad de genéro” exigió a Karina que de un paso al frente y condene a Godard en este evento. Que exprese todos esos años de opresión a la que fue sometida por el cineasta, quien le robó su vida a cambió de unas cuantas películas.
Le estaban pidiendo que renuncie a ser la musa de un hombre. Pero ella se opuso, estaba honrada de ser la musa de Godard.
Ella dijo: “¿Cómo no iba a estar honrada? Tal vez era demasiado, suena tan pomposo. Pero claro que siempre me gustó cuando la gente me decía eso. Porque él me obsequió esos personajes. Fue como Pygmalión. Él era el artista pero yo era la obra de arte.”
Pero ellos no aceptaron esa respuesta, creían que tantos años de dolor habían acabado con Karina. Dijeron que ella ya no podía darse cuenta de que era parte del problema.
Y le quitaron ese honor para enseñarle una lección a Godard. Lo que no se dieron cuenta es que al hacer esto también le quitaron a ella su lugar.
Para los amantes del cine, Karina había alcanzado un lugar en el cielo y ellos, con sus teorías, la bajaron de ese lugar para igualarla a un hombre, para ponerla en el mismo lugar que él, sin darse cuenta de que ese hombre ocupaba un lugar en la tierra, donde, sí, todos somos iguales, pero la eternidad no existe.
Y el 15 de diciembre del 2019, la vida les dio la razón, Anna Karina murió. Y como ellos dijeron, no era una musa, no era divina.
Era una persona de sexo femenino cuyo cuerpo fue atacado por un cáncer terminal. Igual a otros cuerpos, humanos, animales, terrestres. Tienen razón, todo es igual aquí, sobre todo, la muerte.
FUENTES:
Patricia García, Anna Karina on Loving and Working With Jean-Luc Godard, Vogue, 2016
Jean-Luc Godard, Godard on Godard, DaCapo Press, 1986
Gillian Sagansky, Anna Karina on her torrid love affair, Wmagazine, 2016.