Escribir se siente como si estuvieras en tierras movedizas y tuvieras que salir de ahí o escapar.
O como si tuvieras en un hueco.
La sensación es que no vas a poder salir, a pesar de que ves una salida.
La primera decisión es intentar. Y ese es el primer borrador.
Cuando intentas te resbalas, el piso se rompe y caes.
Ahora te das cuenta de que eres débil. Ya no es solo un pensamiento, es una realidad.
No tienes la fuerza suficiente para subir.
Ahora estás más abajo de donde creías estar cuando escribiste el primer borrador.
La idea que tenías en tu cabeza que parecía tan buena no lo es.
No se parece ni un poco a la idea inicial.
Esa es la verdadera lucha de todo artista: Tratar de materializar en el mundo real la idea que en su cabeza era tan buena, tan hermosa…
Pero cuando acabas ese primer borrador también ganas algo; y lo que ganas es decirte que bueno, si de todas formas vas a morir en ese hueco ¿Porqué no seguir intentando?
La otra opción sería acostarte y morir lentamente.
Entre eso y seguir intentando es mejor pararse de nuevo y escribir otro borrador.
Y ahí pueden pasar dos cosas. La más usual es que escribir ahora parece una tarea más difícil. Te desesperas, porque todos te decían que si reescribes las cosas iban a ir mejor. Pero no es cierto.
Te dijeron que al reescribir ganarías experiencia. Te dijeron que te harías más fuerte. Pero te das cuenta que en realidad no es así. En realidad estás peor que antes.
Y el problema es que ahora si corres el riesgo de rendirte. El riesgo de acostarte y decir: Bueno tal vez nací para vivir encerrado aquí, en este hueco.
Eso es lo peor que te puede pasar. Darte por vencido. Acostumbrarte a la idea de que no eres un buen escritor, o de qué no puedes mejorar.
Por eso tienes que hacer un tercer borrador. Y con el tiempo un cuarto y un quinto.
Puede ser que vayas en el borrador 21 o 22, no importa. Haz el siguiente.
Haz el borrador 23 y el 24. Porque no sabes cuando vas a encontrar esa herramienta que te ayude a salir.
Puede ser que encuentras una escalera luego de cavar tanto en la tierra.
Y es ahí cuando todo tu trabajo va a tener sentido.
Vas a decir: «Ahora entiendo porque pasé todos estos meses quitando lodo que sólo parecía acumularse y que sólo me hundía más, ahora entiendo que era para encontrar esto.»
A partir de ese momento empiezas a subir más rápido.
Esto no quiere decir que vayas a salir, solo significa que estás sbubiendo. Pero ahora ya no hay vuelta atrás y sabes a donde vas.
Ahora sabes que si buscas encuentras.