Solo necesitas 70 tarjetas de 12 cm por 8 cm.
En cada tarjeta debes escribir una idea. Cuando llenes las 70 tarjetas con ideas, tendrás el guion de una película.
Es un ejercicio de creatividad no un ejercicio de lógica.
Esto quiere decir que no importa si las escenas tienen relación simbólica, conceptual o dramática.
La especialidad de Lynch es unir ideas que no tienen relación.
Por ejemplo un pez con un bebé o cabello con un borrador.
O en un nivel más avanzado, una mujer que sostiene un tronco y da pistas a un agente del FBI sobre un crimen cometido en su pueblo.
Nada en esa oración tiene sentido.
Pero en el mundo de Lynch funciona.
Y no solo eso, sino que la mujer del tronco es un personaje icónico.
La única forma de lograr esta unión de ideas es si usas la fórmula de Lynch para escribir guiones.
Una tarjeta va a decir:
Mujer asesinada envuelta en plástico.
Otra diría:
Agente budista del FBI.
Y la tercera:
Una mujer que puede ver el futuro gracias a un tronco.
Ninguna de esas tarjetas fueron escritas en ese orden. Eran parte de las otras setenta tarjetas.
El proceso de elegir el orden de las secuencias es un proceso posterior, parecido a la edición.
Lynch logra unir las ideas de manera instintiva.
Su lógica es la misma de las pesadillas y solo es posible en el mundo del cine.
En el cine las ideas pueden ser traducidas a imágenes porque existe el movimiento en el tiempo.
Las ideas no son estáticas. Nadie imagina una imagen estática.
El proceso de creación de ideas en el cerebro funciona por medio de sinapsis. La sinapsis sucede cuando una neurona envía una descarga eléctrica a otra neurona que puede estar en un lugar completamente distante y opuesto.
Por eso las mejores ideas son aquellas que parecen no tener relación lógica.
Los artistas son maestros en la creación de este tipo de ideas.
En el caso de David Lynch, cada tarjeta que llena con su lápiz es un sueño. En el proceso de edición intenta encontrar una línea narrativa para unir esas imágenes.
La narración temporal es una excusa para unir esas ideas.
Por ejemplo, si analizamos su serie de cortometrajes RABBIT podemos preguntar:
¿Cómo se relaciona una comedia familiar cliché norteamericana con unos conejos?
Lynch no tiene respuesta, porque ese tipo de preguntas no se pueden responder con palabras.
Uno de los problemas del lenguaje escrito es que depende de la abstracción de las palabras.
Cada palabra representa una cosa. La única forma de responder esa pregunta es con imágenes móviles.
Lynch sabe que la única manera de saber si esa idea va a funcionar es si se arriesga a filmarla. Por eso es uno de los cineastas más valientes que jamás haya existido.
Sabe que el guion es solo una excusa.
Por eso escribe sus guiones con tarjetas, donde cada idea vive separada de las demás.
En un guion tradicional, el formato limita a las ideas para que tengan una secuencia lógica.
Como Lynch no sabe si su idea va a funcionar hasta filmarla, tampoco sabe si las setenta ideas en esas tarjetas tienen relación.
Pero se arriesga. No tiene nada que perder. No se trata de fama, Hollywood o dinero.
Lynch solo quiere saber si su idea puede funcionar en el mundo.
Así que la próxima vez que escribas solo arriésgate.
No trates de encontrar una lógica en la unión de esas tarjetas.
No pienses.
Solo escribe 70 ideas en 70 tarjetas.
Eso es todo.
Al menos eso es lo que dice David Lynch.
Pero no pierdes nada teniendo fe.